Crisis en el Perú: Un proceso democratizador

Pocas veces hemos atestiguado la caída de un gobernante con tanta antelación. Desde el 7 de diciembre, vaticinamos que esto iba a terminar mal, con la salida de Dina Boluarte como una victoria simbólica, pero, a fin de cuentas, terriblemente mal: un país que llevó sus problemas fundamentales a los niveles más insospechados de barbarie. Pero no a causa de los incansables marchantes que exigen respeto a la vida, al voto y los derechos; es decir, respeto a la democracia en su más alta expresión. Es por culpa de nuestras élites, que convirtieron nuestra pobre democracia en balas, tanquetas y sangre, porque se sienten amenazados y arrinconados por la indiada que ahora les disputa el poder.

Esta es una disputa nueva en 200 años de historia republicana. Si bien a lo largo del siglo XIX y XX fuimos testigos de disputas entre élites por el poder que terminaron en gobiernos civiles o militares que siempre permitieron mantener a las élites como tales -acomodadas siempre al lado del poder-, ahora vemos cómo la indiada o la mancha india -como se conocía en el argot técnico de la política y la academia a lo largo del siglo XX- se cansó de ser la base del triángulo y decidió disputar el poder. He ahí la elección de Castillo, al que nuestras élites, siempre de derechas, nunca quisieron aceptar como presidente. También están las marchas contra la traición de Boluarte, que decidió acomodarse como títere de las élites, que cada vez más atemorizadas, muestran su lado más facho, pidiendo bala para los indios terroristas.

Estamos frente a una revolución democrática desde abajo, desde los ignorados de siempre, desde los nadies, que están empezando a disputar el poder para tomar las riendas del futuro del país.

Cesar Aguilar – Antropólogo UNSMSM

Pero claro, ¿Cómo las élites que siempre mantuvieron la bota encima del indio, van a tolerar que ese indio ahora les alce la voz, les reclame y hasta se rebele? ¿Qué van a reclamar ellos, si son “ignorantes”? Seguro están manipulados por algunos sanguinarios llenos de odio, que solo buscan dividir al país. ¿Qué van a reclamar ellos, si solo sirven como adorno de los andes para los turistas? ¡Que regresen a su chacra, déjennos trabajar, ya no ensucien nuestra ciudad! ¿Qué impresión se van a llevar los turistas? ¡Vayan a ponerse sus trajes y déjennos llenarnos los bolsillos de dinero, mientras vendemos tours para que los vean a ustedes en su hábitat! ¿Por qué mejor no protestan con ese ímpetu por mejores colegios y hospitales, en vez de pedir cosas maximalistas y abstractas que no entienden? ¿Renuncia de la presidenta, cierre del Congreso, nueva constitución? ¿Por qué piden cosas inalcanzables? ¡Lárguense, vayan a hacer algo útil y dejen de joder a quienes pagamos nuestros impuestos! ¿Por qué no quieren dialogar si la presidenta ya les tendió la mano? ¡Dialoguen carajo! ¿Acaso no saben que las cosas se solucionan dialogando?

Increíblemente, aquellas élites que no supieron dialogar en 20 años de república, ahora se visten de cordura política. Quienes siempre aceptaron arrodillados las órdenes del capital extranjero por más que atentaban a los intereses nacionales, y quienes se acostumbraron a sacar el fusil en cada conflicto interno como primera solución política, ahora creen que la solución es el diálogo. ¡Hipocresía en su máxima expresión! Pero felizmente la ingenuidad dejó de ser patrimonio nacional. Y la gente, armada hasta los dientes de dignidad, no dialogará con un gobierno manchado con la sangre de más de cincuenta peruanos.

Foto: Jesus Lara

Sin duda, estamos frente a una revolución democrática desde abajo, desde los ignorados de siempre, desde los nadies, que están empezando a disputar el poder para tomar las riendas del futuro del país; mientras las élites se están arrinconamiento en las cloacas más oscuras del viejo fascismo, porque están dispuestos a arrebatar más vidas para no soltar el poder. Ahí tenemos a la prensa concentrada, empeñada en desinformar; los partidos que se oponen al adelanto de elecciones y a los grandes empresarios que cocinan nuevos repartos con Boluarte, Otarola y compañía.

Felizmente, no solo tenemos cambios fundamentales al interior del país, sino también gozamos de nuevos aires en la región y la comunidad internacional, que ya le ha bajado el dedo a este gobierno. Felizmente hasta la iglesia, su iglesia, también les ha bajado los ánimos y les ha invitado a ser menos cavernarios. Felizmente.

El Perú está cambiando para siempre, ojalá hacia un país realmente democrático. Todo apunta a que sí, aunque aún haya mucho camino por recorrer y no termine con la caída de Boluarte.

César Aguilar León es antropólogo por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú) y maestrante en Estudios Políticos y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México (México). Actualmente es editor de la revista de teoría crítica en ciencias sociales Discursos Del Sur, editada por el posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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1 comentario en “Crisis en el Perú: Un proceso democratizador

  1. Me gusta y me quedo con el último párrafo de la publicación, el PERU ESTA CAMBIANDO…..

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