Guido Croxatto: “Castillo se defendió de un golpe que empezó desde el primer día de su gobierno”

El doctor Guido Croxatto nos recibió en su despacho de la calle Defensa, en Buenos Aires. Croxatto es director nacional de la Escuela del Cuerpo de Abogados y Abogadas del Estado de la Procuración del Tesoro argentino (ECAE). A su cargo tiene, junto a otros abogados, la difícil tarea de investigar a Mauricio Macri, expresidente argentino, por malversación de fondos públicos. Estuvo a inicios de febrero en el Perú al lado del reconocido jurista Eugenio Zaffaroni, ex Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, para defender legalmente al presidente Pedro Castillo. Esa tarde conversamos sobre la compleja situación que atraviesa el Perú: falta de democracia, represión, concentración mediática. Pero también de la importancia de comprender la cuestión peruana en clave latinoamericana. 

La popular: ¿Cómo viste la situación política en el Perú? ¿Cómo calificarías al actual gobierno peruano? En el país se habla de una dictadura. 

Guido Croxatto: No calificaría al gobierno actual como democrático. Creo que en muchos aspectos se violan garantías constitucionales muy básicas. Hay zonas grises muy complejas en cuanto a lo que hace con las libertades civiles y los derechos políticos, con criminalización y represión brutal de la protesta. Hay decenas de 60 muertos y desaparecidos, detenciones arbitrarias irregulares, tanques entrando a las universidades, estudiantes esposados contra el piso. Esto nos revela un cuadro dramático de poco apego a los principios del estado de derecho. No se puede desligar de la forma irregular de la que fue privado de su libertad Castillo. Creo que son dos aspectos que están unidos y que las formas de la que el gobierno reprime la protesta demuestra la falta de vocación democrática y diálogo político que encarna y que también está detrás de la prisión de Castillo. 

No calificaría al gobierno actual como democrático. Creo que en muchos aspectos se violan garantías constitucionales muy básicas.

L.P.: ¿Fue sencillo informarte sobre la represión que ejerce el gobierno actual hacia las manifestaciones?

G.C.: No fue difícil informarnos. Nosotros tenemos contactos con universidades de todo Perú, con colegios de abogados y estudiantes de derecho. Y en mayor o menor medida, todos están en contra del gobierno actual y son críticos del gobierno de Dina Boluarte. Sí creo que los medios de comunicación no reflejan todo lo que está sucediendo. Esto se da sobre todo en los medios televisivos, que son los de mayor alcance, donde la información es muy tendenciosa y poco seria. Y eso conspira contra el diálogo político y contra un diálogo democrático porque eso exacerba los ánimos en lugar de debatir y argumentar. 

L.P.: ¿Es un problema solo de Perú?

G.C.: No solo es del Perú, es un problema de los medios en toda América Latina.

En principio, los medios están para ser un agente de debates de ideas democrático participativo, plural; pero en la práctica representan todo lo contrario. Son hegemónicos, concentrados y en general repiten todos la misma mirada.

Hay muy poca pluralidad y diversidad de voces. En los medios hay mucha falta de democracia, son parte de un discurso pobre con una sola dimensión y no hay genuino debate de ideas. Por eso es tan pobre a veces el debate político. Los medios no ayudan más bien conspiran, simplifican, caricaturizan, polarizan. Yo veía la manera en la que se referían a Castillo. Eso es violento, es estigmatizante. Es curioso porque después hablan de la democracia, de la república, de la seriedad y se la pasan estigmatizando a los que no piensan como ellos. En Argentina pasa lo mismo, los que se llenan la boca hablando de la república y de las instituciones, pero después en la práctica cometen actos que son inconstitucionales, anti instituciones, antidemocráticos. 

L.P: En alguna entrevista mencionaste que en el Perú todavía se seguían usando leyes antiterroristas para detener a los manifestantes. Unas leyes basadas en el estigma. ¿Podrías comentarnos algo de esto? 

G. C: A mí me resultó curioso visitar a Castillo en una cárcel de máxima seguridad que comparte espacio con Fujimori, que está preso por haber cometido delitos de lesa humanidad.

Las leyes antiterroristas de Fujimori se siguen aplicando aún hoy para criminalizar, encarcelar y perseguir opositores incluso estudiantes.

A mí me parece una contradicción que Fujimori se encuentre preso y sus leyes se sigan aplicando. Creo que esas leyes son abiertamente inconstitucionales. Amnistía Internacional las cuestionó en 1994, pero se siguen aplicando casi 20 años después. Van a tener que hacer algo, porque no pueden seguir aplicando una legislación cuya cabeza fue condenada por delitos de lesa humanidad por aplicar esas mismas leyes.

L. P: Como especialista en derechos humanos, ¿cuál es tu opinión sobre la situación de Pedro Castillo en el Perú?

G. C: El caso de Perú es un capítulo de una historia que tiene varias décadas en América Latina, que es criminalizar a todos los líderes políticos que no toman medidas favorables al mercado y a los intereses financieros nacionales o internacionales. Se usa como pretexto siempre cualquier acto de gobierno, pero la razón final por la que Lula fue preso, Evo Morales se tuvo que exiliar del país, Correa está en Bélgica, Cristina tiene 16 procesos abiertos o Castillo está preso no son nunca los actos de gobierno, sino las políticas que toman en contra de los intereses financieros, que fugan el dinero y los recursos de nuestros países. Si uno lo mira con la perspectiva amplia de América Latina lo de Castillo no es una excepción; es un capítulo más de lo que algunos llaman lawfare, que es la criminalización de los liderazgos progresistas. 

L.P.: Hay algunos especialistas peruanos que dicen que Castillo está bien detenido, bajo el argumento de la Ley de Flagrancia (detención apenas se “comete” el delito). ¿Qué sostiene usted al respecto? 

G.C.: Yo diría que no hubo flagrancia, con lo cual no hubo argumentos para la prisión. En todo caso debe haber un antejuicio político y Castillo tiene derecho a defenderse para que haya una vacancia presidencial. Y también diría que en el aspecto interno de la situación del Perú, a Castillo se lo intentó vacar desde el primer día de gobierno. Él me dijo en la prisión: “el golpe de estado empezó el día que yo asumí”. Por eso, el caso Castillo demanda una reflexión más amplia regional para entender a fondo su situación procesal y política. 

L.P. Hay también su dosis de racismo.

G.C.: El caso de Castillo también expone el racismo de gran parte del sistema político y judicial peruano, algo que él denunció siempre. A mí me sorprende mucho cómo se lo destrata en los medios. Desde Argentina diría que eso es discriminación directamente, independientemente de los delitos que uno le impute o no. Lo que hacen los medios es discriminar. En Argentina hablamos más de discriminación, no porque no haya racismo; pero los indígenas en Perú, en ese sentido, son más claros, tal vez porque vienen padeciendo una discriminación y persecución brutal.

L.P.: ¿Y qué de los más de 60 muertos?

G.C.: En los medios no se habla de esto y es gravísimo. En cualquier otro país esto termina con un gobierno. No termina con una dictadura, pero sí con un gobierno. Por eso uno se pregunta si tal vez Perú es un gobierno constitucional, anticonstitucional o “ilegítimo”, como dice Zaffaroni. Es un gobierno que va a tener que responder por esas muertes.

No es gratis asesinar personas en el siglo XXI por suerte, y eso va a demandar una responsabilidad penal y espero que también política. No creo que la sociedad peruana quiera ser cómplice de 60 muertos.

L. P: ¿Por qué es tan importante la defensa legal de Castillo, para un país que actualmente ha sido capturado tanto por un sector de los militares y representantes del poder económico?

G. C: Porque defender a un presidente que da un discurso que pretende avanzar hacia una nueva Constitución implica defender una mirada y un proyecto político que es valioso.

Uno puede estar o no de acuerdo con las medidas de Castillo, y uno como abogado no es sólo un seguidor, es un abogado. Nosotros creemos que su detención es ilegítima y ese es el eje de la defensa jurídica y procesal.

Y luego está la mirada política, como te decía, porque Castillo no es un caso aislado en América Latina, se tiene que mirar desde el prisma de la persecución a Lula, a Correa, a Evo Morales, a Cristina; y en ese contexto lo del Perú cobra otra dimensión. Son otros los intereses que están en disputa, entonces defender a una persona que no encarna esos intereses: los intereses del sector financiero, los intereses del mundo corporativo concentrado, de los medios masivos de comunicación, en general están todos vinculados entre sí, es interesante porque implica pararse del lado de enfrente, confrontar, desnudar estos otros intereses que se disfrazan de república, estado de derecho, pero nunca lo termina representando. Por algo Dina Boluarte se sienta con Keiko Fujimori a negociar. Entonces uno se tiene que preguntar cuáles son los sectores que realmente hoy están sosteniendo a este gobierno en Perú y por qué lo hacen.

L.P. ¿Qué ocurrió en la Universidad de San Marcos con usted? 

G.C.: Fui a dar una conferencia y no me dejaron entrar, lo cual es una cosa ridícula, vergonzosa que no viví en ningún país del mundo. He dado ya conferencias en la Universidad de San Marcos hace años. Es ridículo porque creo que los dos guardias que estaban en la puerta no tenían la menor idea de nada, pero no deja de ser elocuente, porque yo entré con una chica de la Universidad de San Marcos y ella les dice a los guardias: “pero él es el ponente” y antes entró un pibe con una patineta (…) cualquier cosa, pero no pudimos entrar. Y eso lo lamento porque uno lamenta ver la situación en la que está un país hermano como Perú y cómo una universidad tan querida como la San Marcos termina en esta situación. Hay que separar a los dirigentes de los estudiantes, quienes en su inmensa mayoría son gente comprometida y valiosa que viene siendo víctima de esta situación, pero es lamentable que hasta en la universidad entren los tanques, se espose a los estudiantes. Da una imagen de sociedad militarizada por momentos y eso es grave porque el retroceso puede ser paulatino, pero creo que Perú lo está viviendo. 

L.P.: Presidentes como Petro y López Obrador se han pronunciado sobre lo que pasa en Perú ¿Qué falta para una mayor solidaridad? 

G.C.: La CELAC no puede seguir guardando silencio. Los gobiernos de América Latina se van a tener que comprometer en serio con lo que pasa en Perú, hasta ahora me parece que se están equivocando. Muchos gobiernos no dicen nada porque Lula no dice nada, pero creo que ya se van a empezar a dar cuenta que este silencio se les va a volver en contra porque a ver no sé, sos cómplice, ¿o no? Hay una cautela excesiva e injustificada, porque 60 muertes no da para ser prudentes. México y Colombia son los que mejor posición han tomado, López Obrador y Petro son los que más se han comprometido, Evo Morales también, pero creo que hace falta una posición más firme de Brasil, sobre todo. Lula va a tener que pronunciarse. Probablemente la situación interna de él no es la misma que la de hace 15 años o 10 años, pero no se puede demorar más el pronunciamiento de Brasil sobre la crisis.

L. P: ¿Crees que Pedro Castillo dio un golpe de Estado?

G. C: No. Castillo se defendió de un golpe de Estado que tiene formatos novedosos, por eso es tan difícil de entender. Antes los golpes de Estado eran más brutales, directos y explícitos. Hoy no. Hoy te van horadando de distintas maneras hasta vaciarte, y creo que Castillo simplemente lo que hizo fue confrontar con una dirigencia que lo arrinconó desde el día número uno, que le hizo imposible gobernar, que lo hostigó mediáticamente, que lo extorsionó a través de injurias y de actos contra su familia; y que ese acto defensivo, que fue su discurso, quiso confrontar contra todo un sistema político cuya legitimidad él desconoce y creo que gran parte de la sociedad peruana también. Por algo primero lo votó a él como presidente y por otro lado, el índice de aprobación de ese congreso es bajísimo en Perú y sobre todo Castillo estaba confrontando con el congreso. 

L.P.: ¿Cómo explicarle a la gente, sobre todo de zonas urbanas, que esto fue así y no como lo pintan los medios? 

G.C.: Yo creo que Castillo se defendió de un golpe no tradicional, entonces es difícil de percibir y es fácil pensar que él articula el golpe.

La realidad es que las muertes y la violencia se desencadenan cuando a él lo derrocan, no cuando él da el discurso o cuando él gobierna, por lo cual me parece que eso da un indicador de dónde está la violencia y donde está la democracia.

La muerte es un indicador de algo. El nuncio apostólico dio en Lima hace como un mes un discurso fuerte al respecto, creo que hay que rescatar ese discurso.

L. P: Un 60% de encuestados dice que Castillo debería seguir su proceso en libertad. ¿Hay posibilidad de que mediante ciertas acciones políticas Castillo pueda salir en libertad?

G. C: Es una buena pregunta, pero tiene dos aspectos diferentes. Yo creo que él debe permanecer en libertad mientras se termina el proceso y creo que esa debe ser la regla para todo el mundo. Ahora, si su vida corre peligro es porque hay sectores de la sociedad que, como decíamos antes, no tienen un compromiso verdadero con los valores democráticos. Pero si corre peligro su vida es porque la sociedad o el Estado no pueden garantizar lo elemental, pero que el proceso lo tiene que seguir en libertad me parece que es obvio, no hay ningún peligro de fuga y no hay entorpecimiento del proceso. 

L.P. Pero algunos alegan que se estaba yendo a la embajada de México…

G.C.: Uno de los argumentos [para darle prisión preventiva a Castillo] es que él se estaba fugando a México. Él no se estaba fugando, estaba acompañando a su familia a la embajada de México que es diferente, porque él dijo incluso cuando lo detuvieron que no tenía ninguna intención de fugarse ni de dejar de ser presidente, por eso quiere ser repuesto. Castillo quiere seguir siendo el presidente del Perú, se considera el presidente legítimo. Por lo cual es difícil que alguien que se considera y quiere ser repuesto en su cargo de presidente haya querido fugarse.

L. P: ¿Cómo se percibe la situación del Perú en Argentina?

G. C: En Argentina, por lo que te mencionaba antes, hubo mucho impacto en los procesos de Brasil, de Ecuador, de Bolivia. Evo Morales se exilió aquí. Hay una consciencia clara de que hay una persecución contra los líderes progresistas o de izquierda en América Latina, entonces hay una empatía mayor con los líderes que son perseguidos. Con Correa pasó lo mismo, Correa vino a la Argentina, Lula también estuvo en Argentina, lo mismo Evo Morales. Por eso hubo una misión de derechos humanos que viajó de Argentina a Perú. En Argentina hay consciencia de que no hay un gobierno democrático, lo cual es grave. 

L.P.: ¿Aún con la concentración mediática?

G.C.: Creo que en Perú hay una concentración mediática aún peor de la que hay en la Argentina y eso impide que voces críticas lleguen a los medios masivos y puedan generar otra mirada sobre lo que está sucediendo. Creo que todos los medios tienen un discurso bastante parecido y eso dificulta cierta consciencia. Sin embargo, las protestas son claras en Perú: la libertad de Castillo, la Asamblea Constituyente, la renuncia del gobierno, nuevas elecciones. Hay demandas que sí ya están instaladas en la sociedad.

Desde Argentina hay más apoyo a las protestas que al gobierno de Boluarte.

Yo creo que el gobierno de Boluarte por algo se juntó con Keiko ¿no?  tiene poco respaldo internacional y lo va a tener cada vez menos porque no hay nada que celebrar en Perú hoy. Hay un recorte de libertades, hay una militarización, hay universidades intervenidas, estudiantes detenidos, hay muertos, hay un presidente arbitrariamente detenido, es todo bastante grave en Perú. Por lejos es lo más grave de toda América Latina. Y tarde o temprano eso termina impactando a los líderes políticos de América Latina. Petro y López Obrador ya lo hicieron, Bolivia también, pero van a empezar a alzar la voz, es cuestión de tiempo, semanas te diría.

L. P: En su opinión, ¿cuáles serían los primeros pasos para poder pensar en una salida a esta crisis?

G. C: Hay distintas posiciones al respecto, pero sin duda debe haber elecciones y la renovación del congreso en serio. Todos los actores involucrados deberían dar un paso al costado; no alcanza con la renuncia de Dina Boluarte. Me parece indispensable su renuncia y el juzgamiento de sus delitos también. Hace falta también una renovación del poder judicial y que la sociedad interprete que a Castillo se le están respetando sus derechos procesales. Todo eso es importante. La bandera de la Asamblea Constituyente me parece importante, fue una promesa de Castillo, lo dijo en el discurso.

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